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Puntos
Bíblicos:
Génesis
18.10
10
Entonces dijo:
De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara
tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que
estaba detrás de él.
13
Entonces Jehová dijo a Abraham: Ten por cierto que tu descendencia morará
en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.
14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo;
y después de esto saldrán con gran riqueza.
1
Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como
había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en
su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó
Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.
Agar
e Ismael
1 Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una
sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2 Dijo entonces Sarai a
Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te
llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al
ruego de Sarai. 3 Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva
egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de
Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. 4 Y él se llegó
a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con
desprecio a su señora. 5 Entonces Sarai dijo a Abram: Mi
afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta,
me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. 6 Y
respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con
ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su
presencia.
7 Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua
en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8
Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas?
Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9 Y le
dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su
mano. 10 Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré
tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11
Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás
a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu
aflicción. 12 Y él será hombre fiero; su mano será contra
todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos
habitará. 13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella
hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí
al que me ve? 14 Por lo cual llamó al pozo: Pozo del
Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.
15 Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre
del hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Era Abram de edad de
ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.
9
Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a
luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. 10 Por tanto, dijo
a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva
no ha de heredar con Isaac mi hijo.
30
Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque
no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
23
Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la
promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son
los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para
esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en
Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus
hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la
cual es madre de todos nosotros, es libre.
Isaías
54.1
1
Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da
voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos
de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.
27
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores
de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de la que
tiene marido.
6
Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
6
Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Juan
8:31-58
31
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron:
Linaje de Abraham somos,(A) y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo
dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto
os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el
esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37
Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi
palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del
Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.
Sois de vuestro padre el diablo 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro
padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras
de Abraham haríais. 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os
he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. 41
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros
no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesús
entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais;
porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo,
sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no
podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo,
y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el
principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira. 45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de
vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué
vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye;
por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. La preexistencia de
Cristo 48 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos
bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? 49
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros
me deshonráis. 50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y
juzga. 51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra,
nunca verá muerte. 52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos
que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que
guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. 53 ¿Eres tú acaso mayor que
nuestro padre Abraham, el cual murió? !!Y los profetas murieron! ¿Quién
te haces a ti mismo? 54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo,
mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís
que es vuestro Dios. 55 Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco,
y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le
conozco, y guardo su palabra. 56 Abraham vuestro padre se gozó de que
había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57 Entonces le dijeron los
judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo
soy.
Salmos 2:1-12
1
¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? 2 Se
levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: 3 Rompamos sus ligaduras, Y
echemos de nosotros sus cuerdas. 4 El que mora en los cielos se reirá; El
Señor se burlará de ellos. 5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los
turbará con su ira. 6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo
monte. 7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy. 8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y
como posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con
vara de hierro;Como vasija de alfarero los desmenuzarás. 10 Ahora, pues,
oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. 11
Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. 12 Honrad al Hijo,
para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto
su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
Sofonías 3:20
20
En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os
pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la
tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice
Jehová.
Lucas 11:27-32
Los
que en verdad son bienaventurados 27 Mientras él decía estas cosas, una
mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el
vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes
bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. La
generación perversa demanda señal(Mt. 12.38-42) 29 Y apiñándose las
multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal,
pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. 30 Porque así
como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del
Hombre a esta generación. 31 La reina del Sur se levantará en el juicio
con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de
los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí
más que Salomón en este lugar. 32 Los hombres de Nínive se levantarán
en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la
predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en
este lugar.
14
Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen
concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel.
6
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su
hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz
no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo
y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El
celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
7
!!Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él;
tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.
8 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré
su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán
más a poner en servidumbre, 9 sino que servirán a Jehová su
Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
10 Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te
atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a
ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá,
descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante.
Jeremías
30.1-24
1
Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Así habló
Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las
palabras que te he hablado. 3 Porque he aquí que vienen días,
dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá,
ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la
disfrutarán.
4 Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de
Israel y de Judá. 5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído
voz de temblor; de espanto, y no de paz. 6 Inquirid ahora, y
mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las
manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos
todos los rostros. 7 !!Ah, cuán grande es aquel día! tanto,
que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de
ella será librado.
8 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré
su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán
más a poner en servidumbre, 9 sino que servirán a Jehová su
Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
10 Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te
atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a
ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá,
descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. 11
Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas
las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré,
sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin
castigo.
12 Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu
quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. 13 No hay quien juzgue tu
causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. 14
Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un
enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de
tu maldad y de la multitud de tus pecados. 15 ¿Por qué gritas
a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la
grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto. 16
Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios,
todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos
los que hicieron presa de ti daré en presa. 17 Mas yo haré
venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque
desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.
18 Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos
de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la
ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según
su forma. 19 Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de
nación que está en regocijo, y los multiplicaré, y no serán
disminuidos; los multiplicaré, y no serán menoscabados. 20 Y
serán sus hijos como antes, y su congregación delante de mí será
confirmada; y castigaré a todos sus opresores. 21 De ella
saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su señoreador; y le
haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es aquel que
se atreve a acercarse a mí? dice Jehová. 22 Y me seréis por
pueblo, y yo seré vuestro Dios.
23 He aquí, la tempestad de Jehová sale con furor; la
tempestad que se prepara, sobre la cabeza de los impíos reposará. 24
No se calmará el ardor de la ira de Jehová, hasta que haya hecho y
cumplido los pensamientos de su corazón; en el fin de los días entenderéis
esto.
27
He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y
la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. 28
Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y
perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice
Jehová. 29 En aquellos días no dirán más: Los padres
comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, 30
sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo
hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera.
31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré
nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No
como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para
sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque
fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice
Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo
seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de
ellos, y no me acordaré más de su pecado.
35 Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las
leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el
mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: 36
Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la
descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí
eternamente.
37 Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir,
y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé
toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.
38 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad
será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del
Angulo. 39 Y saldrá más allá el cordel de la medida delante
de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa. 40 Y todo
el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta
el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al
oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para
siempre.
Jeremías
31.6-7
6
Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín:
Levantaos, y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios.
7 Porque así ha dicho Jehová: Regocijaos en Jacob con alegría,
y dad voces de júbilo a la cabeza de naciones; haced oír, alabad, y
decid: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel.
1
Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque
también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de
Benjamín. 2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde
antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo
invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3 Señor, a tus profetas
han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y
procuran matarme? 4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me
he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de
Baal. 5 Así también aun en este tiempo ha quedado un
remanente escogido por gracia.
25
Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros
no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número
de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será
salvo; 28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la
tierra en justicia y con prontitud. 29 Y como antes dijo Isaías:
Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado
descendencia,
Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos
semejantes.
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la
justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31
mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 32
¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la
ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 como está
escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
3
Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras
adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se
multiplicarán. 4 Y pondré sobre ellas pastores que las
apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán
menoscabadas, dice Jehová.
5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a
David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará
juicio y justicia en la tierra. 6 En sus días será salvo Judá,
e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán:
Jehová, justicia nuestra.
15
En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de
justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16 En
aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le
llamará: Jehová, justicia nuestra.
17 Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que
se siente sobre el trono de la casa de Israel.
25
Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si
yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, 26 también
desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar
de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de
Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos
misericordia.
Deuteronomio
30.1-20
1
Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la
bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres
en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios,
2 y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz
conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón
y con toda tu alma, 3 entonces Jehová hará volver a tus
cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre
todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 4
Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay
debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te
tomará; 5 y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que
heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más
que a tus padres. 6 Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,
y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. 7 Y pondrá
Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus
aborrecedores que te persiguieron. 8 Y tú volverás, y oirás
la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te
ordeno hoy. 9 Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra
de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el
fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti
para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, 10
cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus
mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te
convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado
difícil para ti, ni está lejos. 12 No está en el cielo, para
que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos
lo hará oír para que lo cumplamos? 13 Ni está al otro lado
del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que
nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? 14
Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para
que la cumplas.
15 Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal; 16 porque yo te mando hoy que ames a Jehová
tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus
estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu
Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de
ella. 17 Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te
dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, 18
yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días
sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión
de ella. 19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy
contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición
y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia; 20 amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz,
y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días;
a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres,
Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.
21
Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo
oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo
Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro
fuera de mí.
11
Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó,
diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo
dices.
37
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS
JUDÍOS.
49
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres
el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te
dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. 51
Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el
cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el
Hijo del Hombre.
18
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré
mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. 19
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre,
yo le pediré cuenta.
12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían.
15
Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová
tu Dios; a él oiréis; 16 conforme a todo lo que pediste a
Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a
oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que
no muera. 17 Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han
dicho. 18 Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos,
como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo
que yo le mandare. 19 Mas a cualquiera que no oyere mis
palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. 20
El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a
quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses
ajenos, el tal profeta morirá. 21 Y si dijeres en tu corazón:
¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; 22
si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo,
ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la
habló el tal profeta; no tengas temor de él.
22
Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará
profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las
cosas que os hable; 23 y toda alma que no oiga a aquel profeta,
será desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas desde
Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que
Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra. 26 A vosotros
primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os
bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
22
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este
es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo aquel
que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene
también al Padre.
1
Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara
herirán en la mejilla al juez de Israel.
2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las
familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus
salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. 3
Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y
el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel. 4
Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre
de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido
hasta los fines de la tierra.
5 Y éste será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra
tierra, y cuando hollare nuestros palacios, entonces levantaremos contra
él siete pastores, y ocho hombres principales; 6 y devastarán
la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos
librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare
nuestros confines.
7 El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como
el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no
esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres. 8 Asimismo el
remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos,
como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león
entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y
arrebatare, no hay quien escape. 9 Tu mano se alzará sobre tus
enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos.
19
Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los
pueda contar.
20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de
Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán
en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el
Santo de Israel. 21 El remanente volverá, el remanente de
Jacob volverá al Dios fuerte. 22 Porque si tu pueblo, oh
Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la
destrucción acordada rebosará justicia. 23 Pues el Señor,
Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de
la tierra.
4
Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni
se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.
21
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no
perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
4 ¿Quién subió al cielo, y descendió?
¿Quién encerró los vientos en sus puños?
¿Quién ató las aguas en un paño?
¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
1
Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de
Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él
y el de su Padre escrito en la frente.
21
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el
Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto,
sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes
remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los
retuviereis, les son retenidos.
27
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se
turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
33
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
1
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesús Cristo;
14
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la
pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para
crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
6
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su
hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz.
17
Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová
Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino
que debes seguir. 18 !!Oh, si hubieras atendido a mis
mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las
ondas del mar. 19 Fuera como la arena tu descendencia, y los
renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería
cortado, ni raído de mi presencia. 20 Salid de Babilonia, huid
de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo,
llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob
su siervo. 21 No tuvieron sed cuando los llevó por los
desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron
las aguas. 22 No hay paz para los malos, dijo Jehová.
Salmos
72.1-11
1 Oh Dios, da tus juicios al rey,
Y tu justicia al hijo del rey.
2 El juzgará a tu pueblo con justicia,
Y a tus afligidos con juicio.
3 Los montes llevarán paz al pueblo,
Y los collados justicia.
4 Juzgará a los afligidos del pueblo,
Salvará a los hijos del menesteroso,
Y aplastará al opresor.
5 Te temerán mientras duren el sol
Y la luna, de generación en generación.
6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba
cortada;
Como el rocío que destila sobre la tierra.
7 Florecerá en sus días justicia,
Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.
8 Dominará de mar a mar,
Y desde el río hasta los confines de la tierra.
9 Ante él se postrarán los moradores del
desierto,
Y sus enemigos lamerán el polvo.
10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán
presentes;
Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.
11 Todos los reyes se postrarán delante de
él;
Todas las naciones le servirán.
10
Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque
Dios está con nosotros.
6
Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque
yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios
con nosotros.
1
Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el
Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en
mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de
Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la
carne; 4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la
gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5
de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino
Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
21
Y dará a luz un hijo, y llamarás su Nombre JESÚS, porque Él Salvará a
su pueblo de sus pecados.
7
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que
alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su
sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo
esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro
Jesús Cristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre,
y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron. 13 Pues antes de la ley, había pecado en
el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14 No
obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no
pecaron a la manera de la trasgresión de Adán, el cual es figura del que
había de venir.
15 Pero el don no fue como la trasgresión; porque si por la
trasgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para
los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesús Cristo. 16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel
uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado
para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación. 17 Pues si por la trasgresión de uno solo reinó
la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesús Cristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18 Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación
a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a
todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así
como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos. 20 Pero la ley se introdujo para que el
pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia
reine por la justicia para vida eterna mediante Jesús Cristo, Señor
nuestro.
9
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
16
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.
25
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste
acá? 26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os
digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque
comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida
que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el
Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las
obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra
de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron
entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos?
¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan
del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33
Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al
mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene,
nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36
Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le
echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la
voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no
pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y
esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo,
y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho:
Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es
éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo,
pues, dice éste: Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió
y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré
en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán
todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y
aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al
Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47
De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48
Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en
el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del
cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan
vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mundo.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne? 53 Jesús les dijo: De
cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre,
en mí permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre
viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también
vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no
como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este
pan, vivirá eternamente. 59 Estas cosas dijo en la sinagoga,
enseñando en Capernaum.
60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta
palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí
mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62
¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay
algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio
quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere
dado del Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y
ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis
acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor,
¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y
nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente.
16
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino mi Padre que está en los cielos.
29
Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo
Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. 30 Pero él les mandó que
no dijesen esto de él a ninguno.
20
Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo
Pedro, dijo: El Cristo de Dios.
21
Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo
rigurosamente
26
Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre
serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová
soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
8
Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación
te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que
restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;
2
Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora
el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.
6
dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de
Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz
de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la
tierra.
32
Luz para revelación a los gentiles,
Y gloria de tu pueblo Israel.
5
Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre
que haga estas cosas, vivirá por ellas. 6 Pero la justicia que
es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al
cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién
descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los
muertos). 8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en
tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
4
porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
11
Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y griego,
pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le
invocan;
19
Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo
el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con
agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo
el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os
ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre
el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi
todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de
sangre no se hace remisión.
Éxodo
24.5-8
5
Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron
holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová. 6 Y
Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la
otra mitad de la sangre sobre el altar. 7 Y tomó el libro del
pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las
cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés
tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del
pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.
1
Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 2 Esta será la ley para
el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, 3 y
éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana
la plaga de la lepra del leproso, 4 el sacerdote mandará luego
que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y
madera de cedro, grana e hisopo. 5 Y mandará el sacerdote
matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. 6
Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los
mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las
aguas corrientes; 7 y rociará siete veces sobre el que se
purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva
en el campo. 8 Y el que se purifica lavará sus vestidos, y
raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después
entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días. 9
Y el séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, su barba y las cejas
de sus ojos y todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en
agua, y será limpio.
10 El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una
cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina
para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. 11 Y el
sacerdote que le purifica presentará delante de Jehová al que se ha de
limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; 12
y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log
de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de Jehová. 13
Y degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por
el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la víctima
por el pecado, así también la víctima por la culpa es del sacerdote; es
cosa muy sagrada. 14 Y el sacerdote tomará de la sangre de la
víctima por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la
oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y
sobre el pulgar de su pie derecho. 15 Asimismo el sacerdote
tomará del log de aceite, y lo echará sobre la palma de su mano
izquierda, 16 y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene
en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces
delante de Jehová. 17 Y de lo que quedare del aceite que tiene
en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del
que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de
su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa.
12
Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar
con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al pie del altar.
14
Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el
propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su
dedo siete veces de aquella sangre.
Hebreos
9.12-14
12
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros
y de los machos cabríos y las cenizas de la becerra rociadas a los
inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto
más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció
a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?
12
Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con
los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores.
3
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús Cristo, que nos bendijo
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesús Cristo, según
el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de
su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con
nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a
conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo,
en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están
en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según
el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para
alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en
Cristo. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra
de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que
es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria.
11
Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto
a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión
hecha con mano en la carne. 12 En aquel tiempo estabais sin
Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en
Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es
nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia
de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la
ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo
de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y
mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando
en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas
de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo
Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesús Cristo mismo, 21
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois
juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
1
Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los
gentiles; 2 si es que habéis oído de la administración de la
gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; 3 que por
revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito
brevemente, 4 leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi
conocimiento en el misterio de Cristo, 5 misterio que en otras
generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es
revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6
que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes
de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, 7 del
cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido
dado según la operación de su poder.
8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los
santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, 9 y de
aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde
los siglos en Dios, que creó todas las cosas; 10 para que la
multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11
conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,
12
con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la
herencia de los santos en luz; 13 el cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las
que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue
creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas
las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 18 y él es la
cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito
de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 20
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están
en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante
la sangre de su cruz.
21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y
enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado 22
en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y
sin mancha e irreprensibles delante de él; 23 si en verdad
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del
evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que
está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.
1
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por
los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta
alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el
misterio de Dios el Padre, y de Cristo, 3 en quien están
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. 4
Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. 5
Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con
vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra
fe en Cristo.
6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor
Jesús Cristo, andad en él; 7 arraigados y sobreedificados en él,
y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracias.
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los
rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y
vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y
potestad. 11 En él también fuisteis circuncidados con
circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso
carnal, en la circuncisión de Cristo; 12 sepultados con él en
el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la
fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 13 Y a
vosotros, estando muertos en pecados y en la incircunsisión de vuestra
carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz.
16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en
cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo
lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 18
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles,
entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia
mente carnal, 19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de
quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y
ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
6
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que
perecen. 7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la
sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria, 8 la que ninguno de los príncipes de este
siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria. 9 Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién
de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que
Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con
palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu,
acomodando lo espiritual a lo espiritual.
5
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesús Cristo hombre, 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por
todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
6 Sacrificio y ofrenda no te agrada;
Has abierto mis oídos;
Holocausto y expiación no has demandado.
7 Entonces dije: He aquí, vengo;
En el rollo del libro está escrito de mí;
8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha
agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón.
5
Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no
te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh
Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Salmos
110:1-7
1
Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies
2 Jehová enviará
desde Sion la vara de tu poder;
Domina en medio de tus enemigos.
3 Tu pueblo se te
ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,
En la hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora
Tienes tú el rocío de tu juventud.
4 Juró Jehová, y no
se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre
Según el orden de Melquisedec.
5 El Señor está a tu
diestra;
Quebrantará a los reyes en el día de su ira.
6 Juzgará entre las
naciones,
Las llenará de cadáveres;
Quebrantará las cabezas en muchas tierras.
7 Del arroyo beberá
en el camino,
Por lo cual levantará la cabeza.
Lucas
20:41-44
41
Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
42 Pues el mismo David
dice en el libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que ponga a
tus enemigos por estrado de tus pies.
44 David, pues, le
llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?
15
Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber
dicho:
16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré, 17 añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y
transgresiones.
Jeremías
31.34
34
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano,
diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más
pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
18
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el
Lugar Santísimo por la sangre de Jesús Cristo, 20 por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21
y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza,
porque fiel es el que prometió.
1
Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que
salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le
bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo;
cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de
Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin
genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho
semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham
el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de
entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de
tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos,
aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6
Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham
los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin
discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí
ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien
se da testimonio de que vive. 9 Y por decirlo así, en Abraham
pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10
porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió
al encuentro.
17
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí,
diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18 y el
que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
8
Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el
que estuvo muerto y vivió, dice esto:
13
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
8
Jesús Cristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
6
Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos:
Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
12
Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo
también el postrero.
2
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá,
de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el
principio, desde los días de la eternidad.
1
Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que
salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le
bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo;
cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de
Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin
genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho
semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham
el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de
entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de
tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos,
aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6
Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham
los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin
discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí
ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien
se da testimonio de que vive. 9 Y por decirlo así, en Abraham
pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10
porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió
al encuentro.
11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico
(porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún
de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que
no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado
el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 13
y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió
al altar. 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la
tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec
se levanta un sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a
la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de
una vida indestructible. 17 Pues se da testimonio de él:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec. 18 Queda,
pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e
ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la
introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.
20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los
otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con
el juramento del que le dijo:
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec. 22 Por
tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que
por la muerte no podían continuar; 24 mas éste, por cuanto
permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25 por
lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a
Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente,
sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos
sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados,
y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos
sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a
la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.
1
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos
tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la
Majestad en los cielos, 2 ministro del santuario, y de aquel
verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. 3
Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y
sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que
ofrecer. 4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera
sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según
la ley; 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las
cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el
tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo
que se te ha mostrado en el monte. 6 Pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido
sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido
sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
8 Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen días, dice el Señor,
En que estableceré con la casa de Israel y la casa de
Judá un nuevo pacto;
9 No como el pacto que hice con sus padres
El día que los tomé de la mano para sacarlos de la
tierra de Egipto;
Porque ellos no permanecieron en mi pacto,
Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Por lo cual, este es el pacto que haré
con la casa de Israel
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
11 Y ninguno enseñará a su prójimo,
Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;
Porque todos me conocerán,
Desde el menor hasta el mayor de ellos.
12 Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus
iniquidades. 13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al
primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a
desaparecer.
1
Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario
terrenal. 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la
primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y
los panes de la propiciación. 3 Tras el segundo velo estaba la
parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual
tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas
partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara
de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre
ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales
cosas no se puede ahora hablar en detalle.
6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo
entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7
pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin
sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del
pueblo; 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún
no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la
primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo
para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y
sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al
que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y
bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne,
impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los
bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no
hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por
sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna
redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos
cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican
para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre
de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo
sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para
que sirváis al Dios vivo?
15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que
interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había
bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia
eterna. 16 Porque donde hay testamento, es necesario que
intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la
muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18
De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19
Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo
el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con
agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo
el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os
ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre
el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi
todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de
sangre no se hace remisión.
23
Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen
purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores
sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el
santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para
ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo
cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido
necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora,
en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el
sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27 Y
de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola
vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue
ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le
esperan.
25
Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se
gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
28 Me hiciste conocer los caminos de la
vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó
mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11 Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.
3 Hice pacto con mi escogido;
Juré a David mi siervo, diciendo:
4 Para siempre confirmaré tu descendencia,
Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah
11 En verdad juró Jehová a David,
Y no se retractará de ello:
De tu descendencia pondré sobre tu trono.
12
Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré
después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y
afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo
afirmaré para siempre el trono de su reino. 14 Yo le seré a
él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré
con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; 15 pero
mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual
quité de delante de ti. 16 Y será afirmada tu casa y tu reino
para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
Pacto
de Dios con David
1 Aconteció que morando David en su casa, dijo David al
profeta Natán: He aquí yo habito en casa de cedro, y el arca del pacto
de Jehová debajo de cortinas. 2 Y Natán dijo a David: Haz
todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo.
3 En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán,
diciendo: 4 Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú
no me edificarás casa en que habite. 5 Porque no he habitado
en casa alguna desde el día que saqué a los hijos de Israel hasta hoy;
antes estuve de tienda en tienda, y de tabernáculo en tabernáculo. 6
Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿hablé una palabra a alguno
de los jueces de Israel, a los cuales mandé que apacentasen a mi pueblo,
para decirles: ¿Por qué no me edificáis una casa de cedro? 7
Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe
sobre mi pueblo Israel; 8 y he estado contigo en todo cuanto
has andado, y he cortado a todos tus enemigos de delante de ti, y te haré
gran nombre, como el nombre de los grandes en la tierra. 9
Asimismo he dispuesto lugar para mi pueblo Israel, y lo he plantado para
que habite en él y no sea más removido; ni los hijos de iniquidad lo
consumirán más, como antes, 10 y desde el tiempo que puse los
jueces sobre mi pueblo Israel; mas humillaré a todos tus enemigos. Te
hago saber, además, que Jehová te edificará casa. 11 Y
cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré
descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su
reino. 12 El me edificará casa, y yo confirmaré su trono
eternamente. 13 Yo le seré por padre, y él me será por hijo;
y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue
antes de ti; 14 sino que lo confirmaré en mi casa y en mi
reino eternamente, y su trono será firme para siempre. 15
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló
Natán a David.
16 Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo:
Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído
hasta este lugar? 17 Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco,
pues que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me
has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios. 18 ¿Qué
más puede añadir David pidiendo de ti para glorificar a tu siervo? Mas tú
conoces a tu siervo. 19 Oh Jehová, por amor de tu siervo y según
tu corazón, has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus
grandezas. 20 Jehová, no hay semejante a ti, ni hay Dios sino
tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos. 21
¿Y qué pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel, cuyo Dios fuese y
se redimiese un pueblo, para hacerte nombre con grandezas y maravillas,
echando a las naciones de delante de tu pueblo, que tú rescataste de
Egipto? 22 Tú has constituido a tu pueblo Israel por pueblo
tuyo para siempre; y tú, Jehová, has venido a ser su Dios. 23
Ahora pues, Jehová, la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de
su casa, sea firme para siempre, y haz como has dicho. 24
Permanezca, pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre, a fin de que
se diga: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, es Dios para Israel. Y
sea la casa de tu siervo David firme delante de ti. 25 Porque tú,
Dios mío, revelaste al oído a tu siervo que le has de edificar casa; por
eso ha hallado tu siervo motivo para orar delante de ti. 26
Ahora pues, Jehová, tú eres el Dios que has hablado de tu siervo este
bien; 27 y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo,
para que permanezca perpetuamente delante de ti; porque tú, Jehová, la
has bendecido, y será bendita para siempre.
25
Porque tú, Dios mío, revelaste al oído a tu siervo que le has de
edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo para orar delante de
ti. 26 Ahora pues, Jehová, tú eres el Dios que has hablado de
tu siervo este bien; 27 y ahora has querido bendecir la casa de
tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti; porque tú,
Jehová, la has bendecido, y será bendita para siempre.
32
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre
la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
35 Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies. 36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la
casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le
ha hecho Señor y Cristo.
37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro
y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
38
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesús Cristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor
nuestro Dios llamare.
41
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron
aquel día como tres mil personas.
12
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
27
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de
Abraham sois, y herederos según la promesa.
16
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No
dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a
tu simiente, la cual es Cristo.
14
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios.
15
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: !!Abba, Padre!
16
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados.
17
Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con
Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo
abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es
por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham
mediante la promesa.
40
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed
salvos de esta perversa generación.
4
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que
no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; 5
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de
sus maldades. 6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle
doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida,
preparadle a ella el doble. 7 Cuanto ella se ha glorificado y
ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su
corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; 8
por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre,
y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la
juzga.
7
Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en
oración.
10
Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
2
Destruiré por completo todas las cosas de sobre la faz de la tierra, dice
Jehová. 3 Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las
aves del cielo y los peces del mar, y cortaré a los impíos; y raeré a
los hombres de sobre la faz de la tierra, dice Jehová.
1
Tesalonicenses 5:1-4
1 Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad,
hermanos, de que yo os escriba.
2 Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá
así como ladrón en la noche;(A)
3
que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos
destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no
escaparán.
4
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os
sorprenda como ladrón.
1
Tesalonicenses 4:13-18
13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen,
para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá
Dios con Jesús a los que durmieron en él.
15
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos
a los que durmieron.
16
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero.
17
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el
aire, y así estaremos siempre con el Señor.(A)
18
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
2
Tesalonicenses 2:1-12
1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesús Cristo, y nuestra
reunión con él, os rogamos, hermanos,
2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os
conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera
nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
3
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga
la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
4
el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto
de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios,
haciéndose pasar por Dios.
5
¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía
esto?
6
Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido
tiempo se manifieste.
7
Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay
quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en
medio.
8
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el
espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;
9
inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y
señales y prodigios mentirosos,
10
y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no
recibieron el amor de la verdad para ser salvos.
11
Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira,
12
a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino
que se complacieron en la injusticia.
1
Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas
despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2 para
que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los
santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros
apóstoles; 3 sabiendo primero esto, que en los postreros días
vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, 4
y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el
día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como
desde el principio de la creación. 5 Estos ignoran
voluntariamente, que en el tiempo antigüo fueron hechos por la palabra de
Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua
subsiste, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado
en agua; 7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están
reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del
juicio y de la perdición de los hombres impíos. 8 Mas, oh
amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años,
y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón
en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los
elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella
hay serán quemadas.
11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, !!cómo
no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12
esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los
cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo
quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus
promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas,
procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles,
en paz. 15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor
es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la
sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas
sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes
tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17
Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea
que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesús Cristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la
eternidad. Amén.
22
Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán
delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y
vuestro nombre. 23 Y de mes en mes, y de día de reposo en día
de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.
24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se
rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se
apagará, y serán abominables a todo hombre.
19
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os
he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí.
4
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesús Cristo, según
el puro afecto de su voluntad.
22
El que no amare al Señor Jesús Cristo, sea anatema. El Señor viene.
Bibliografía:
Biblia Reina Valera 1960
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